Resetear la economía
[Otros formatos posibles] Se sabe que toda crisis es al mismo tiempo oportunidad. Así lo demuestran las tendencias crecientes hacia nuevos paradigmas económicos, caracterizados por la sostenibilidad y no ya por el desarrollo a cualquier costo. Economía social, economía popular, economía colaborativa y economía circular son algunos de los términos que empiezan a tomar protagonismo en un escenario cada vez más diverso y con más actores y actrices, donde el proceso económico ya dejó hace rato de ser sólo una cuestión de números.
Por Susana Roldán y Fabián Rojas
Es temprano, pero los gazebos multicolores ya ocupan parte de la Avenida Ignacio de la Roza entre Jujuy y Rioja. Sobre las mesas, comparten mostrador las delicias gastronómicas con las artesanías a crochet, los sahumerios artesanales, los embutidos caseros y muchas cosas más. Es la Feria de Ramos Generales, una iniciativa que la UNSJ viene llevando a cabo a través de la Secretaría de Extensión Universitaria cada vez con más éxito y que ya es un clásico en el paisaje urbano sanjuanino.
No es la única. Por todas partes surgen ferias, patrocinadas por dependencias del gobierno provincial, por municipios o por grupos privados de emprendedores, como una forma de pilotear la crisis a través del trabajo autogestionado. Lo que empezó casi como una forma de salvarse ante la situación económica reinante se fue convirtiendo en un modo de buscar la subsistencia, basado en el asociativismo, la colaboración y la sostenibilidad monetaria, ambiental y con la incorporación de actores que, hasta ahora, se estaban quedando afuera. El término “economía social” deja de ser, entonces, la expresión de una relación en la que alguien pide y alguien asiste, para definirse como una forma de economía centrada en las personas. “Siempre existió la inquietud de una economía en la que el hombre esté en el centro. Muchos consideran a la economía como ciencia de las cosas, cuando en realidad economía es ciencia de las relaciones de las personas y los modos de producción y apropiación. Algunos economistas se fijan en el qué producir y en el cómo producir, pero pocas veces discuten el para quién producir. Cuando hablamos de políticas de distribución del ingreso es cuando aparece esta necesidad de que las empresas sean socialmente responsables y de que la economía incorpore al circuito a sectores que no están incorporados al circuito económico. Para quién se genera la riqueza pasa, entonces, al centro de la escena”, dice Ricardo Coca, docente e investigador de la FACSO.
Las redes asociativas y el emprendedurismo son dos pilares fundamentales de la economía social y sin duda que la responsabilidad social de las empresas es “prima hermana” de este concepto. “La Responsabilidad Social Empresaria -RSE- comprende a las empresas que ya están dentro del circuito económico y que deben considerar como una función inherente a su trabajo el principio de rendición de cuentas: que la empresa pueda decir de dónde genera sus recursos y en qué los aplica. Demostrar que esos recursos son genuinos, que cumplen con los derechos humanos y que su desarrollo se cimenta en una licencia social bien ganada”, agrega Coca.
Definiciones que suman
Aunque tienen cosas en común, la economía social y la economía popular no son lo mismo. “El gran desafío –dice el economista Fabián Saffe, docente e investigador de la FACSO- es encontrar una agenda común
que unifique criterios. Economía social tiene más que ver con una nominación que le dio el Estado en la crisis de 2001, cuando a través de las organizaciones sociales se buscaba satisfacer necesidades de sectores sociales vulnerables. Primero fue con el Plan Trabajar, por ejemplo. Así se llamó economía social a esas instituciones o asociaciones que se sumaban a la otra economía social más tradicional como el cooperativismo y el mutualismo. Economía popular es el emergente de esta nueva crisis de la Argentina actual. Dentro de ella se considera lo que hacen aquellos cuentapropistas (manteros, feriantes) que no tienen lazos de solidaridad como se supone que tiene la Economía social y solidaria. Una persona puede ser parte de la economía popular porque se encuentra fuera de la economía formal. El desafío está en que ese trabajador de la economía popular se transforme también en parte de una economía social y solidaria”.
Alternativa seria
Ante la pregunta sobre si la economía social puede implicar un techo para el desarrollo económico de sus integrantes, Fabián Saffe apela a conceptos del economista José Luis Coraggio y dice que el reto del colectivo de la economía social y popular es saltar ese techo y llegar a una instancia en que el Estado y agentes importantes dejen de ver a la economía social solidaria como una especie de rueda de auxilio. Es decir, que dejen de verla como la actividad de alguien que está ahí como en tránsito porque no puede conseguir un empleo formal o hacer una empresa formal, o como alguien que está en una especie de economía para los pobres, los excluidos, pero que nunca será una alternativa seria. Saffe explica: “El gran desafío es convertirla en una alternativa seria. Incluso desde una dimensión política, de lucha por el excedente y la distribución de la riqueza; pero no sólo con un mecanismo redistributivo que favorezca a los más vulnerables, sino también en disputar la primera redistribución del ingreso, que es la estructural de la economía. Y desde ahí pensar en cooperativas que tomen trabajadores como asociados”. Los feriantes asociados, según dice el economista, pueden convertirse en verdaderos emergentes que pueden empezar a “acumular” (en términos de economía formal). “Y por qué no pensar que las ferias formen parte de un dispositivo de disputa de la distribución con las cadenas de supermercado. El Estado tiene el desafío de traccionar a la economía social para que supere su techo”, sugiere Saffe.
Las mujeres al frente
La aparición de los circuitos de economía social hizo que el Estado provincial creara un área específica de Economía Social, en el ámbito del Ministerio de Desarrollo Humano. Desde allí se acompaña y capacita a los y las emprendedoras que fabrican y ofrecen sus productos en las ferias. “Las mujeres son los motores: es llamativo cómo toman la iniciativa y van siempre para adelante cuando se trata de emprender”, dice Germán Hidalgo, licenciado en Comercialización y capacitador en talleres comunitarios.
Según refiere, los talleres comunitarios son la primera “pata” del emprendimiento social. “Ahí es donde el Estado les da formación y capacitación para que puedan concretar su iniciativa”, explica. Pero el aprendizaje fue de ida y vuelta y se dio en etapas: “Primero pensamos que no sabían vender y allí vimos que lo que pasaba era que no tenían donde exponer lo que hacían. Entonces, empezamos a incrementar la cantidad de ferias. Y luego nos concentramos en ayudarles a mejorar la calidad de sus productos y empezamos a capacitar en manejo de las maquinarias, ya que la mayoría eran emprendimientos textiles. En este punto fuimos incorporando otras técnicas, como sublimado, bordado, diseño y moldería”, dice.
Toda esta capacitación, sumada a las nuevas ferias que se fueron abriendo, motivó que los productos fueran mejores. Y entonces, en los últimos años, hubo que sumar otro componente. “Con la aparición de algo que podríamos llamar una nueva “pobreza” –señala- de clase media y clase media alta, aparecieron emprendimientos que tienen otras tecnologías, que tienen que ver con las artesanías industriales, diseño gráfico y técnicas como mosaiquismo, vitrofusión, que llevan más equipamiento. Se trata de personas que se quedaron sin trabajo y que hacían esto como un hobby, y que se incorporaron a la economía social como medio de vida”.
En cualquier marco, la mayoría de las emprendedoras son mujeres. “Son las que más se mueven. Los hombres representan algo así como el 10% y se dedican más a las artesanías: al cuero, al vivero, hortalizas. Hasta tenemos quienes fabrican pañales de tela, como a la vieja usanza”, dice Hidalgo.
La capacitación también incluyó el tema de fijar el precio de los productos y la cuestión impositiva. “Para poder pasar al ‘blanco’, que sería el siguiente paso en sus emprendimientos, tienen que estar capacitados en la parte impositiva. Eso también se les brindó, ya que esto les permite pasar a otro nivel de su emprendimiento, como así también la posibilidad de cobrar con tarjeta de crédito”, indica.
Respecto de la dinámica de las ferias, Hidalgo señala que “se logra más impacto cuando las ferias son cortas, es decir que venden más cuando son pocos días de feria”. “Evaluamos y vimos que incluso las ferias de una sola jornada insumen un costo menor y las ventas son un éxito”, explica.
Asesorar en la identidad de marca –tarea que se hizo con colaboración de la UNSJ- también mejora el nivel de los productos y en definitiva, de la feria. Desde su función, Germán Hidalgo concluye con una afirmación contundente: “Definitivamente, las mujeres son las más aguerridas. No se detienen ante las dificultades y siempre van para adelante”.
Las cifras: Si bien no hay datos concretos acerca de cuánta plata mueve la economía social en la provincia, los talleres comunitarios sirven para fijar una referencia.
Hay 810 talleres en toda la provincia
De 40.000 pesos promedio que ganaba hace un par de años una feria, la cifra subió a 200.000 pesos por feria.
Los productos, al mejorar su calidad, también pudieron aumentar sus precios.
El 25 % de los emprendedores consigue dar el “paso siguiente” hacia otro nivel de economía. La mayoría lo hace a través de la capacitación y las herramientas que le brindan otros ministerios, además de Desarrollo Humano.
“Es posible otra economía”
Por Oscar Nasisi, rector de la UNSJ
A poco de participar en el congreso de Economía Social y Solidaria, el rector de la UNSJ, Oscar Nasisi, evalúa el estado de la ESS en las universidades como “bastante heterogéneo”. “Hay universidades que están trabajando desde hace tiempo y muy bien (Quilmes, Gral. Sarmiento, Centro de la provincia de Buenos Aires) y otras que hemos empezado hace poco, como es el caso de San Juan. Respecto de las otras, hay trabajos hechos y hay mecánicas que han empezado a surgir, pero todavía desde el lado del voluntarismo, no con la institucionalización que esto requiere”, dice.
Nasisi cree que el camino iniciado es promisorio, pero hay que sostenerlo. “Estamos en los albores de una línea de trabajo importante –afirma- que debería consolidarse en el tiempo. El congreso de ESS tenía este objetivo: ver si podíamos consolidar esa línea de trabajo para el futuro. Yo creo que, con el próximo, que va a ser en el Centro de Buenos Aires en 2021, empezamos a tener una consolidación de la temática que nos puede llevar a futuro. Tengamos en cuenta que arrancamos cuatro universidades en 2017 y hoy ya son siete. La ESS empieza a instalar la idea de que otro tipo de economía es posible, pero que cuesta mucho y que va a costar instalarla. Esta economía pone la centralidad en las personas y no en el beneficio, cambia el paradigma”.
Respecto de la formación en ESS, la responsabilidad de las universidades es importante, dice el rector. “Hace falta formar economistas con ese perfil e investigar sobre ESS. Tradicionalmente, las carreras de Economía en las Universidades Nacionales han estado sesgadas para otro tipo de economía. El caso de San Juan no escapa. Hemos empezado a trabajar para cambiar esta lógica. Hay que cambiar la postura institucional y creer que otra economía es posible. Se está desarrollando una economía basada en la ESS, que no tiene economistas. Es el camino de mostrar que esto es posible. Hasta ahora estamos enfrascados más en un modelo de mercado. Es una lucha que hay que dar, pero el cambio es cultural. Nuestra ventaja es que la carrera de Ciencias Económicas pertenece a la Facultad de Ciencias Sociales y debería estar atravesada por las ciencias sociales en su conjunto. No ocurre eso en otras universidades. Todos se olvidan de que la ciencia económica es una ciencia social; hay que trabajar para que la ESS sea parte de esta realidad”.
Publicado en octubre/73: edición Nº42, año VII. Septiembre de 2019